La tecnología de baterías de estado sólido debería ser el caballero de la brillante armadura de la revolución de los automóviles eléctricos, ya que interviene para reducir drásticamente el costo de las baterías y hacer que vivir con un automóvil enchufable sea como un motor de combustión interna (ICE), solo que mejor.
El problema es que el cronograma para la adopción sigue retrasándose y no es probable que en esta década haya un producto listo para el mercado masivo, lo que da tiempo para que otras soluciones, como las celdas de combustible, recuperen el terreno perdido.
Las baterías de estado sólido prometen una carga rápida y ubicua y suficiente energía para dejar atrás a los autos ICE no solo en la ciudad, sino también en el carril rápido de las autopistas en la carrera de larga distancia hacia el sol de verano.
Las baterías de estado sólido son un trabajo en progreso en este momento y la fecha para un posible debut triunfal se aleja a medida que un problema se resuelve solo para descubrir otro en una especie de juego de topo de alta tecnología. De un debut inminente esperado, la fecha de introducción para los mercados masivos ha retrocedido mucho más allá de 2030 para muchos analistas, y esto significa problemas para los autos eléctricos porque deben ser realmente asequibles para entonces para los asalariados promedio. Después de todo, para 2030, países como Gran Bretaña habrán prohibido la venta de autos nuevos de gasolina y diésel, y es posible que los grandes países manufactureros como Alemania, Francia e Italia se unan a ellos, aunque la nueva coalición de Alemania se ha mantenido al margen por ahora. Si no hay autos eléctricos nuevos que cuesten tanto como los ICE más baratos, digamos € 10,000 ($ 11,200), para 2030, una gran cantidad de personas quedarán excluidas del mercado causándoles mucha angustia mientras esperan el autobús. Los fabricantes tampoco estarán contentos ya que sus ventas se verán diezmadas.